Varios días bajo fuego, y a esta frase que leí en las redes la tomo prestada porque me resonó y resume en pocas palabras tanto dolor: «Arde el monte, ardemos con él.»
Y vienen las reflexiones… la angustia de los que perdieron bienes materiales e inmateriales como su paz y tranquilidad; los discursos demagógicos de los políticos, los mismos que vienen desde hace más de veinte años echando culpas al “clima” -cuando hasta esta variable manipulan-; los de la Sociedad Rural responsabilizando de los incendios a la propia existencia del bosque que débilmente protegen las leyes, y muchos vecinos que no toman conciencia de la situación y creen que sólo vale rezar para que llueva pronto…
La ventaja de tener más de 50 años es que permite recordar otras primaveras donde los jóvenes nos congregábamos al borde de un río para disfrutar el día, sin respirar cenizas. Claro, los incendios no tenían esta magnitud.
Entonces, por qué permitimos que los intereses de un sector económico y del gobierno, al no conseguir que se avale legalmente el desmonte recurren a este método devastador de los incendios. En los suelos quemados, a pesar que la ley de bosques lo prohíbe, aparecen emprendimientos inmobiliarios o rutas y autovías, y se expande la frontera agrícola o ganadera.
La provincia está en mora con la actualización de la clasificación de sus bosques, lo que se conoce como Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, pero como se hicieron las cosas mal -autorizando desmontes u omitiendo tomar medidas ante el mismo- se viene dilatando esta actualización, y se nos distrae con otros procesos de ordenamiento territorial o con pedidos como el del gobernador de “elevar las penas” -cuando claramente esto puede ocurrir únicamente en el ámbito del Congreso de la Nación, por ser ley de fondo-, y evitando cuestionar el rol que ha tenido el Poder Judicial al respecto, donde los Fiscales prácticamente no intervienen.
¿Qué sentido tiene elevar penas si ni siquiera se investigan o prosperan las causas judiciales vinculadas a los incendios? ¡Hay que hacerse cargo!
Desde hace años en la provincia no se cumplen las leyes, se recurre al fuego como mecanismo para extinguir la vida, y para hacerlo más efectivo, no existe ningún plan de prevención y manejo del fuego.
Tenemos bomberos y otro cuerpo como el ETAC, pero no tenemos brigadistas forestales. Por eso, solo se combate el fuego cuando está cerca de las viviendas, pero no importa mucho si un pequeño foco se expande en las sierras. Por eso estos días, nuevamente en Capilla del Monte advirtieron que el incendio pudo contenerse cuando aún era un foco menor, y sin embargo no se hizo con la mala suerte que el viento rotó y alcanzó a un barrio. Lo mismo vimos hace unos años cuando un foco arrancó en el sur de Carlos Paz, y se extendió al sur hacia Las Jarillas y luego cruzó las sierras hacia el este, alcanzando a Falda del Carmen.
Este tipo de decisiones las toman desde arriba por supuesto, la prioridad es salvar vidas humanas y por eso los recursos no se destinan a salvar la biodiversidad del bosque, como si entendiéramos que la vida humana es independiente de la vida del lugar donde transcurre.
Suelo arrasado implica miles de vidas que se pierden, animales y monte quemado, afectación de economías regionales que viven del turismo, escasez de agua, desertificación, aire contaminado.
Por eso, no sólo arde el monte: “Ardemos con él.”
Ojalá desde estas cenizas resurjamos como fuerza sanadora, tengamos la suficiente lucidez para saber quiénes son los responsables de este colapso ambiental y como pueblo exijamos justicia.