Ignorancia según su definición, es el hecho de desconocer algo. El neoliberalismo, culturalmente, produce desconocimiento y fragmentación de la realidad que primero desconecta a las personas de la naturaleza en busca del “progreso”; promueve la explotación y extracción de recursos naturales para el “desarrollo”, pero nunca se explica que este «progreso»es para algunas personas que viven en un puñado de ciudades del mundo .Tampoco suele decirse que aquella región de la que se extraen los recursos, en el futuro carecerá de ellos porque la intervención del hábitat traerá mayores pérdidas en biodiversidad, condiciones de salud pública y paisaje. Luego, tampoco se cuenta dónde se realiza la producción de bienes con esa materia prima, en qué condiciones y quiénes trabajan en la producción. Nuevamente el ciudadano, devenido en consumidor, ignora la explotación de la naturaleza, de las personas y el destino final de los desechos producto del “progreso”.
El neoliberalismo, nos desapropia de la naturaleza en “estado natural” asociándola al atraso, para ofrecernos naturaleza mercantilizada mediante el turismo; nos enfoca en el presente y el “progreso del futuro” negando la historia y las conquistas sociales. Nos vende ciudades globales (París, New York o Berlín) y nos niega Malvinas Argentinas, Famatina o Barrio Ituzaingó.
Lo ingobernable que puede ser la naturaleza
Han transcurrido 16 meses desde que se declaró la pandemia a nivel mundial. La humanidad pasó por un primer momento de impacto ante la inédita situación, respondiendo con solidaridad y la esperanza de aprender a vivir de una manera simple, reduciendo la competencia y la mercantilización de la vida. Sin embargo, con el pasar de los meses las fuerzas del mercado parecen lograr posicionarse y forzar una vuelta a la “normalidad” que instauraron con la globalización durante décadas.
La Cumbre de Líderes Mundiales organizada por Naciones Unidas[1] realizada en abril del corriente año, tuvo como novedad la convocatoria del presidente de los EE.UU -una de las principales economías contaminantes del planeta- para asumir el compromiso de reducir la emisión de gases efecto invernadero en un 50-52% respecto al año 2005. También, se suma el compromiso de Canadá, Japón, Brasil y la República de Corea para desalentar las emisiones de carbono hasta alcanzar neutralidad en el 2050.
Los Estados Nacionales asumen compromisos -desde sus gobiernos- que responden a las demandas sociales; pero sobre todo al impacto que las reacciones de la naturaleza provocan en las dinámicas económicas y sociales, lo que tiene como consecuencia la escasez de maniobras para evitar estallidos sociales devenidos de la crisis climática y ambiental. El Covid 19 es el más fiel impacto de lo ingobernable que puede ser la naturaleza.
Detrás de las pantallas, el bosque
La expansión de la comunicación digital-virtual representa una materialización forzada de transformación cultural que tiene implicancias en las principales instituciones sociales (particularmente en el mundo occidental) interpelando subjetivamente a la convivencia familiar, el trabajo, el placer, el ocio y la recreación.
Las pantallas hegemonizan nuestras vidas, las cámaras y los micrófonos son portados por cada una de las personas produciendo una compleja red de control y vigilancia, propiedad de unas pocas empresas sin nacionalidad (aunque tienen su origen en Silicon Valley- California) pudiendo influir en elecciones presidenciales[2] y hasta bloquear (o censurar) al mismísimo presidente de los EE UU[3].
La realidad descripta, supera la literatura distópica del siglo pasado y al cine de los últimos años, en la que se relata y proyecta imaginariamente un futuro caótico; un planeta con su flora y fauna destruido, gobernado por la robótica y la inteligencia artificial.
Como ejemplo, recordemos la novela 1984, de George Orwell, que describe una sociedad policial en la que el Estado consigue un control abrumador sobre los individuos, describiendo a un gobierno que cuenta con un Ministerio de la Verdad que regula el lenguaje de Oceanía (el país ficticio donde transcurre la historia); produce diarios, libros, películas y las telepantallas por las que despierta a las personas con mensajes de voz, indicándole los ejercicios que deben realizar mientras son vigilados todo el tiempo. Frente a ello, los protagonistas deciden resistir: para encontrarse y dialogar sin controles debían buscar inhóspitos espacios donde el “Gran Hermano” no pudiera vigilarles. Un bosque era uno de ellos.
El «mercado» ha muerto
Uno de los eslogan del partido gobernante era “la ignorancia es la fuerza”[4]. La semejanza con las ideas neoliberales y las consecuencias prácticas de las acciones que promueve la oposición son una tétrica coincidencia. La consecuencia es un hegemonismo discursivo de construcción de “la verdad” en la que las ideas conservadoras son un monocorde y sincronizado relato que defiende las ideas del mercado, asociadas a una supuesta libertad que garantizaría un orden en el que se posterga a las amplias mayorías de la población, a la que forzosamente se le impone la “paz social”, siempre que esta no reclame por sus derechos.
¿Todavía se puede creer que el mercado garantiza libertad y paz social? ¿Es democrático el mercado? ¿Es posible continuar en esa “normalidad” pre-pandémica cuándo el planeta no soporta tanta presión y explotación de recursos? ¿Es todavía creíble hablar de «progreso» o «desarrollo» cuando la pobreza, producto del hegemonismo neoliberal a lo largo de tres décadas (y a pesar de los esfuerzos de los gobiernos por distribuir recursos), alcanzó solo a 1 de cada 3 latinoamericanos[5]?
Promover la ignorancia de los procesos, la historia, el funcionamiento de la naturaleza y nuestra ineludible vinculación con ella parece ser la fuerza que el neoliberalismo emplea para controlar la vida creativa y la resiliencia que el ambiente puede producir.
Superar el neoliberalismo, será una tarea superior a la de un partido. Consistirá en el cuidado de la vida de millones de personas y su medio ambiente. La herramienta es conocer, vincular, encontrarse y promover la vida en sus más diversas formas.
La tarea comienza por mirar, escuchar y conectarse con la naturaleza; oir y ver a las personas que el neoliberalismo y sus medios propone que ignoremos.
Si el neoliberalismo y su promoción de ignorancia es la fuerza; deberemos tener el valor de conocer, de conocernos; de encontrarnos, de ser creativos, de cuidar la vida en todas sus formas.
[1] La Cumbre de líderes sobre el clima en el Día de la Tierra refuerza la ambición climática-https://unfccc.int/es/news/la-cumbre-de-lideres-sobre-el-clima-en-el-dia-de-la-tierra-refuerza-la-ambicion-climatica
[2]Así influyeron Cambridge Analytica y Facebook en la victoria de Trump https://www.rtve.es/noticias/20180320/asi-influyeron-cambridge-analytica-facebook-victoria-trump/1700142.shtml
También ver: Per Sánchez Pineda, Andrés. Facebook y Google ¿Amenazas personalizadas? Influencia del Big Data en la Política y el Marketing https://repositorio.udesa.edu.ar/jspui/bitstream/10908/16571/1/%5BP%5D%5BW%5D%20T.M.%20Per%20S%C3%A1nchez%20Pineda%2C%20Andr%C3%A9s.pdf
[3] Twitter bloqueó a Trump: así se tomó la decisión. https://www.nytimes.com/es/2021/01/18/espanol/twitter-bloqueo-censura-trump.html
[4] Los otros: “la esclavitud es la libertad, la paz es la guerra”. 1984 George Orwell.
[5] La pobreza llegó a su nivel más alto en los últimos 12 años, afectando a un 33,7% de la población, es decir, uno de cada tres latinoamericanos lo está pasando muy mal. https://www.bbc.com/mundo/noticias-57165791