La plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW) muestra que entre 2001 y 2021 América Latina perdió más de 39 millones de hectáreas de bosques primarios, una extensión equivalente a la destrucción de tres cuartas partes de Centroamérica o la desaparición de toda Alemania.
Este es uno de los principales hallazgos de «Los bosques que perdimos», una investigación regional sobre el impacto de la deforestación en América Latina y el Caribe realizada por cincuenta personas, entre periodistas, diseñadoras e integrantes de la sexta generación de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes, en alianza con el medio especializado Mongabay Latam.
Además, la investigación demuestra que las autoridades tienen vacíos de información y datos incompletos que no permiten tomar medidas políticas para frenar la desaparición de los bosques. A eso hay que sumar que algunos gobiernos son poco transparentes respecto a las cifras relacionadas con la deforestación.
La información gubernamental recopilada también revela que las principales causas de pérdida boscosa en América Latina están asociadas a la ganadería, la agricultura, el desarrollo de asentamientos humanos, la captación de agua, los incendios, la tala ilegal o no sustentable, la extracción de minerales y la creación de infraestructura de transporte.
“Los bosques que perdimos” es un trabajo trasnacional y colaborativo que busca hacer públicos y accesibles los principales datos sobre la deforestación en América Latina y el Caribe, a la par que muestra las historias de quienes viven y resisten una de las peores amenazas que atañe a la región.
Argentina tiene datos anuales y actualizados desde 2014. Antes, las cifras aparecían por períodos que oscilaban entre dos y cinco años. Aquí tampoco se detalla la relación entre la extensión perdida y la causa de la deforestación. Sin embargo, sus informes estatales indican que, al 2021, los principales motivos de reemplazo de sus bosques nativos ocurrieron por el uso agropecuario (36%), incendios (33%) y posible uso silvopastoril (23%). El 8% restante es atribuido a la infraestructura o causas naturales (1%) y motivos sin definir (7%).
La demanda mundial de carne ha empujado a América Latina a aumentar sus volúmenes de producción y, en consecuencia, a extender sus pastizales ganaderos sobre miles de hectáreas que antes eran bosques. Según datos de la FAO, citados por el Banco Mundial en el estudio “Panoramas alimentarios futuros 2020”, la región cubre alrededor del 25% del consumo mundial de carne de vacuno y el 26% de carne de ave.
Su principal comprador es China, que en solo quince años multiplicó por diez los recursos que destina para importar carne. Según un informe del Banco Mundial, entre los años 2000 y 2015, este país pasó de invertir USD 200 millones a cerca de USD 2 mil millones en productos cárnicos procedentes de los tres mayores exportadores de América del Sur: Argentina, Brasil y Uruguay.
A esta presión exportadora se suma la posible aplicación del Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), un convenio que eleva en un 30 % la cuota de importación de carne de los países europeos y reduce los costos de exportación de la soja. El documento fue firmado en 2019, pero se encuentra en suspenso por los cuestionamientos ambientales en torno a una actividad que incidirá en los bosques de América Latina.
Las causas de la deforestación
Las principales causas de pérdida boscosa en América Latina están asociadas a la ganadería, la agricultura, el desarrollo de asentamientos humanos, la captación de agua, los incendios, la tala ilegal o no sustentable, la extracción de minerales y la creación de infraestructura de transporte.
América Latina perdió más de 39 millones de hectáreas de bosques primarios en 20 años. Por definición, estos son bosques que no han sido previamente intervenidos por humanos y su pérdida es irremplazable.
En las últimas dos décadas, principalmente a raíz de la conversión de ecosistemas naturales a tierras agropecuarias, en Argentina se han deforestado el 11% de todos los bosques de la región (con base a un análisis de cifras gubernamentales de 9 países), convirtiéndose en uno de los mayores responsables de la pérdida boscosa en el continente, y posicionándose solo por detrás de Brasil.