Daniel Díaz Romero junto a Camila Argüello entrevistan al Dr. Marcos Karlin, ingeniero agrónomo, docente e investigador de la UNC.

Marcos es un agrónomo vinculado al manejo de monte nativo en el Chaco Árido Serrano y autor del libro “Campesinos”, un ensayo que recopila pensamientos, visiones y definiciones acumuladas a lo largo de sus últimos ocho años de trabajo que van desde las Salinas Grandes, Chancaní y Japón. Una experiencia que le permitió ver que más allá de las fronteras, el resguardo de las herencias culturales y las tradiciones son puntos de unión para el campesinado global.

En la entrevista, Karlin habló de las racionalidades campesinas y de “ciertas teorías que señalan al campesino como un actor social que no tiende a maximizar la renta. Entonces, eso muchas veces choca con la lógica capitalista de los que van a comprar campos para dedicarse a la actividad rural.”

En ocasiones, conocimientos y desarrollo de tecnologías -cada vez más acelerados- chocan con la inercia del campesinado y su cultura tradicional por lo que a veces algunos sectores ponen al campesino como un obstáculo para el progreso del campo.

El especialista explica que “las familias campesinas, generalmente, producen para satisfacer sus necesidades y si hay algún excedente en sus ingresos frecuentemente lo destina en parte a la capitalización o invierten en cuestiones hedónicas relacionadas con el disfrute de la vida.”

Karlin indicó además que la frontera agropecuaria en el noroeste provincial sigue avanzando hacia donde sobreviven los últimos relictos de bosques nativos en buen estado de conservación: “Sigue habiendo cierto avance de actividades agrícolas, pero también ganaderas que chocan con los territorios que habitan los campesinos”, remarcó.

El ingeniero agrónomo también se refirió a que la cultura campesina implica mantener las condiciones ambientales porque eso le permite diversificar su producción: “Hablamos de protección de bosques, pastizales o humedales. El campesino generalmente es consciente que si destruye las condiciones del hábitat en el que vive deja de obtener esos beneficios.”

“El agronegocio es muy diverso, pero su objetivo final es la rentabilidad y si bien han cambiado algunos paradigmas productivos -ya que la actividad agropecuaria no es la misma que 20 años atrás- quizás haya un poquito más de conciencia, aunque por condicionamientos ambientales o de mercado tensione los límites éticos de lo que significa la conservación del ambiente. Yo he visto muchos slogans del tipo “producir conservando”, incluso dentro de la misma minería, por ejemplo. No es bueno generalizar, pero uno podría decir que maximizar la renta implica hacer uso de los recursos naturales muchas veces por encima de los umbrales mínimos que puede soportar un ambiente particular”, remarcó el especialista.

Escuchá la entrevista completa aquí:

 

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