En Sala de Prensa Ambiental desde hace trece años elegimos narrar hechos e historias que se desprenden de la realidad política, situados desde la perspectiva ambiental y enfocados en un espacio inexplorado por el periodismo de aquel entonces.

Elegimos salir de la lógica de la inmediatez y sacrificar primicias por profundidad y consagrar, ante todo, independencia periodística. Desde entonces, creímos que nuestro periodismo requería producciones sin prisas para descascarar una realidad encebollada a la que le fuimos quitando envolturas para llegar al núcleo de las informaciones. Investigamos, producimos y ayudamos a torcer historias decretadas desde el corazón del poder. Elegimos incomodar. Optamos por ejercer un periodismo no complaciente, aunque el poder mal ejercido nos sacudiera de diversas formas.

 

EL PAGO DE LA DEUDA ETERNA

Parte del empresariado y de quienes ocupan cargos públicos siguen en deuda con el compromiso que dicen asumir para resguardar el ambiente, más aun para el cuidado de quienes lo habitan. Y seguirá siendo una deuda no saldada mientras ejerzan el poder desde una mirada que implica depredación y pérdida de los bienes naturales que definen al territorio, sometiéndolo a una permanente conflictividad.

Las buenas políticas ambientales en Córdoba seguirán siendo una deuda eterna si no revisan sus viejos paradigmas aplicados a una crisis ambiental innegable.

Si hablamos de desmontes o contaminación mencionamos delitos ambientales, y si existen delitos hay delincuentes que los están promoviendo. La delincuencia puede asociarse con corrupción o corruptela de funcionarios y empresarios que muchas veces -más de las que creemos- representan ese doble papel reduciéndolo a una misma cosa.

Por eso, desde hace 13 años, ponemos bajo la lupa estos temas aunque incomoden, aunque no les guste a ciertos funcionarios y empresarios que se acostumbraron a una prensa complaciente cooptada por el pago de pauta publicitaria otorgada por el mismo Estado.

Se pueden gastar millones de pesos en publicidad engañosa, marketing y propagandas pero nos tomamos una pausa para realizar una simple pregunta: ¿Dejan en mejor estado el funcionamiento de los ecosistemas provinciales que el año anterior? ¿Se recuperó la biodiversidad diezmada en el territorio provincial? ¿Mejoró la situación de las cuencas, ríos y embalses? ¿Legislaron para aumentar la protección ecológica? ¿Hubo políticas que favorecieran, en serio, la recuperación del equilibrio ecológico que promueve una mejor calidad de vida?.

En resumen, ¿la situación ambiental en Córdoba mejoró en comparación con la del año anterior? Sencillas preguntas con simples respuestas. Lo demás será cotillón ecológico para una fiesta desbocada a la que no estamos invitados.

 

ESTRÉS DONDE ESTÉS

El estrés ambiental en Córdoba viene de la mano de un caótico desorden territorial acompañado por el deterioro de la democracia y sus instituciones como sistema de gobierno. Una crisis política, económica, social, cultural y ambiental guiada por un progreso inverosímil que, en primer lugar, requiere que la ciudadanía común no participe de las decisiones públicas.

La pérdida de la biodiversidad, la perspectiva de áreas naturales protegidas inconexas y colocadas como macetas en el territorio, por ejemplo, reflejan políticas con un resultado impredecible y consecuencias que los científicos cordobeses ya están vislumbrando: desplazamiento de poblaciones de especies -entre todas ellas, también la humana- en busca de agua, alimento y seguridad.

Una cascada de impactos ambientales acumulativos que afectan el bienestar de la población cordobesa en su vida cotidiana: inundaciones, sequías y olas de calor han vuelto inhabitable fracciones del territorio cordobés; incluidas las tierras más productivas. Las deficientes respuestas que surgen desde el Estado son palpables.

Repensar nuestras formas de vida cotidiana vale. Pero discutir las formas de organización social también, ya que los esfuerzos aislados son gestos que marcan el rumbo pero que no alcanzan por su condición individual para buscar nuevos horizontes. Todo debe ser objeto de reconsideración: las viejas prácticas políticas, en primer lugar.

 

EN DEFENSA PROPIA

El Estado debe reorganizarse en este contexto en donde los sectores más desfavorecidos sufren el menosprecio de derechos humanos básicos: falta de trabajo, precarización laboral, imposibilidad de acceso a la vivienda y a la educación. A ello se suma, desde hace años, los impactos ambientales sometidos a la violencia institucional proveniente de los propios gobiernos.

La proliferación de proyectos perjudiciales para el ambiente -que se presentan como soluciones para el desarrollo local- a menudo está vinculada a las mismas empresas contratistas. En un contexto de altísimos niveles de pobreza y enorme deuda pública nos toca narrar historias de habitantes transformados en víctimas de medidas tomadas en algunas oficinas gubernamentales.

Frente a este panorama que a veces se torna angustiante, una vez más y como siempre, elegimos creer.

Creemos en la solvencia de los conocimientos científicos y los saberes populares. Creemos en la tenacidad de mujeres y hombres desparramados por todo el territorio provincial que construyen, cada uno desde su lugar, senderos de convicciones que exigen ser escuchadas. Creemos que las cosas pueden cambiar si hay una decisión colectiva y ciudadana.

Elegimos creer que nuevos paradigmas políticos pueden enderezar este rumbo torcido.

Una vez más elegimos creer, reconociendo el trabajo de miles de personas que todos los días toman acciones frente a las injusticias ambientales -que son sociales- en defensa propia.

Elegimos y reelegimos creer porque lo hacemos sin ingenuidades y profundamente creyentes en los otros y en nosotros mismos.

Que el 2023 sea el año en el que se salden deudas históricas y esenciales para la vida.

Salud para los ecosistemas, es decir para todos nosotros que los habitamos.

 

 

 

 

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