Desde hace 3 años, cada 29 de noviembre el mundo celebra el Día Internacional del Yaguareté, el felino más grande de América Latina. El “tigre criollo”, es protagonista de historias y simbolismos capitales para las culturas originarias del continente americano.
En Córdoba, el yaguareté formaba parte del paisaje con su imponente figura recorriendo el territorio provincial, pero como consecuencia de la fragmentación de su hábitat y de haber sufrido persecución por su hermoso cuero, desde hace décadas está extinto: los cordobeses ya no tenemos más yaguaretés en nuestras sierras y llanuras.
Al respecto, la reconocida bióloga Verónica Quiroga, del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA) y miembro del Proyecto Yaguareté – Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA) explica a Sala de Prensa Ambiental que “este gran felino habitó el suelo cordobés, desde el sur en la región pampeana hasta las salinas del norte” y agrega que “el último registro de la presencia de un yaguareté data del año 1958, en los Bañados del río Dulce”.
“El último registro de la presencia de un yaguareté en Córdoba data del año 1958, en los Bañados del río Dulce”
Numerosas toponimias de pueblos y parajes como “Pozo del Tigre” y “Tigre Muerto” entre otros, confirman la presencia de la especie en la zona y su influencia en la cultura local.
Quiroga explica que “en toda el área de distribución, la cacería fue la principal causa de su extinción, muy perseguido por su cuero, además del temor a la especie por conflictos de predación sobre el ganado. Algunos relatos del siglo XIX cuentan sobre la problemática de algunas postas de correos, al borde de las salinas, dónde el tigre se había comido hasta 40 caballos de los buenos”.
La especialista agrega que “al extinguirse el yaguareté en Córdoba y sus alrededores, el papel de máximo predador lo ocupa el puma, quien aún sobrevive en gran parte del territorio provincial”.
Acerca de las características de la especie, la bióloga explica que “el yaguareté es una especie solitaria, que sólo se reúne en pareja cada dos años aproximadamente, en épocas de apareamiento, teniendo de una a tres crías. Como todo predador tope, es una especie de grandes requerimientos de territorio, los cuales recorre en busca de presas. Lamentablemente, poco se sabe de sus costumbres en la provincia, dado que hace más de medio siglo que se extinguió”, concluye la experta.