Carlos Bazán se formó como Guardaparque Nacional. Luego, realizó una capacitación en una Tecnicatura en Administración de Aéreas Protegidas y, finalmente, completó su formación profesional egresando de la Facultad de Ciencias Agropecuarias.

Durante muchos años, se desempeñó en la Secretaría de Ambiente de la Provincia de Córdoba, en el Sector de Áreas Naturales Protegidas y también trabajó con un contrato de locación de obra en la Subsecretaría de Agricultura Familiar, del Ministerio de Agricultura de la Nación.

Este hombre de 60 años y dos hijos participó también, en el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de la región de las Sierras Chicas y en el Plan Provincial del Manejo del Fuego. A su cargo estuvo el Parque Nacional Talampaya.

– Ordenamiento Territorial ¿Qué significan esas dos palabras?

C.B: «Ordenamiento es acomodar algo que supuestamente está desacomodado o que es usado sin ningún tipo de pautas, donde hay una serie de conflictos y tensiones.

También, la puesta en valor de determinados recursos produce estas tensiones y desfasajes, desde el proceso de ocupación del territorio hasta la obtención de ese recurso.

Esas tensiones van desde lo público a lo privado y, dentro de este ámbito, conviven sectores que forman un abanico que abarca desde los más poderosos hasta los más débiles que ejercen presiones sobre un territorio o sobre un espacio geográfico, donde hay una construcción colectiva para delimitar escalas de análisis y llevar adelante propuestas que puedan resolver esas tensiones resignificando -para quienes actúan en ese territorio- una serie de pautas y valores que podrían desembocar en alguna propuesta que sea llevada adelante por algún organismo provincial o municipal y que tenga la factibilidad técnica, social, ambiental y económica para concretarla. Tiene que tener varias factibilidades».

-¿Por qué desde hace un tiempo se escuchan estas palabras -Ordenamiento Territorial- que antes no tenían presencia?

C.B: «Por el desorden en la asignación de valores a determinados sectores – llamémoslos subsistemas- entonces, se potencian estas tensiones por el uso de recursos como agua, territorio, bosque o aire. Los intereses desmedidos son la “crónica de una muerte anunciada”.

La presión inmobiliaria genera reacciones por un afán económico que va retroalimentando ese apremio por el uso del territorio, se va generando más demanda y se genera también una sensación de escasez que es real pero que, a veces, es ficticia para darle mayor valor económico a determinadas cosas.

Indudablemente, no hay proceso de planificación y cuando los hay, aparecen muy tardíos y relegados a otras propuestas.

Hoy, sale en los diarios la posibilidad de crear un acueducto para traer agua del río Paraná a la ciudad de Córdoba y al Gran Córdoba… y seguimos trasvasando. Haciendo trasvasamiento de cuenca, como ya hicieron con el agua que se trae del río Xanaes, por el canal Los Molinos-Córdoba, para seguir alimentando el crecimiento urbano.

Se debe poner coto al desarrollo urbanístico pero, en vez de darle importancia y significación, priorizan la solución de los problemas que generan y no van al origen de estos cuestiones».

EL ORDEN NATIVO

– ¿Alguna vez hubo un territorio ordenado?

C.B: «Córdoba llega a situaciones como las del minifundio o del campesinado, no por una cuestión genética o histórica, como se da en otras provincias en donde hay un mayor número de pobladores de Pueblos Originarios que tienen un asentamiento y una visión distinta de un territorio. Aquí hubo un proceso de colonización que eliminó los procesos ordenados de comunidades de Pueblos Originarios, acotados a 20 o 30 casas por cada pueblo. Cada comunidad tenía suficiente distanciamiento y no crecían mucho más que eso.

Cuando comenzó el proceso de colonización borraron ese ordenamiento existente y comenzaron a hablar de 30 mil habitantes en la provincia de Córdoba, en los primeros relevamientos de 1573.

Cuando comenzaron a darse las mercedes reales, otorgaron tierras y crearon las estancias jesuíticas. Por ello, el proceso de ocupación del territorio es distinto al de otros lugares porque se establecieron las grandes asentamientos jesuitas, los capitales y siguieron subdividiendo el territorio sucesivamente.

Hoy, más de 400 años después, trabajamos con pobladores de la zona noroeste de la provincia y todos tienen el mismo problema: no pueden tener títulos en condiciones porque es muy costoso, los abogados llegan, prometen y se quedan con parte del terreno.

Esa cuestión estructural viene dada desde las mercedes reales y sus subdivisiones, sin posibilidades de tener títulos perfectos.

Si esto se combina con la actual aparición del capital financiero entrometido a través de las corporaciones trasnacionales abocadas a la producción agropecuaria empieza la presión y este desordenamiento ambiental de los últimos 30 años que implica la desaparición del bosque, de los sistemas productivos y culturales que conllevan aún más depresión en los recursos, por la deforestación. Los sistemas hídricos que se alteran, la deforestación que produce una mayor evaporación, todo ello es resultado de esto.

Por estos días sufrimos tormentas de tierra que hacía mucho tiempo no veíamos y cosas como éstas tienen que ver con lo anterior porque todo está relacionado.

Cuando planteamos el Ordenamiento Territorial debemos considerar varias capas a tener en cuenta: la geografía, la cuestión ambiental, la conformación de los bosques, la producción y el qué queremos producir.

En la cuestión del Ordenamiento también hay que valorar cuántos somos, cuántos vamos a ser, adónde vamos a vivir, qué vamos a comer, cómo garantizamos que todos coman, la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria, es decir, producir para poder dar de comer. Hoy, ha desaparecido la producción agropecuaria para autoabastecernos y pensar que hasta fines del siglo XIX, se venían desarrollando modelos de infraestructura que permitían el autoabastecimiento.

La construcción del dique San Roque por parte de Cassaffousth y Bialet Massé no tenía como fin producir energía si no abastecer de agua para riego. Observemos cómo cambió el país ya que después pasamos a la generación eléctrica y, prácticamente, desaparece el uso para riego, aunque todavía quedan los canales pero generan problemas. No hay cinturón verde, está todo urbanizado».

CONSUMAN PERO NO PRODUZCAN

«Estas cuestiones hacen a modelos de país al que no le importa en qué se van convirtiendo. Sólo importa que haya mucha gente a quien venderle, que consuma pero no que produzca y que se asiente donde no tiene que asentarse. Todas estas cuestiones se van sumando y creo que atravesamos procesos históricos que debemos revisar para que nos expliquen cómo llegamos hasta aquí. 

No se trata de que queramos volver al ayer pero hoy, con el Ordenamiento Territorial, tenemos que decidir adónde tiramos «la bomba», en el sentido de establecer qué áreas sacrificamos y qué áreas dejamos prístinas para tratar de recuperarlas en beneficio mejorar la calidad de vida, que es el objetivo principal del Ordenamiento Territorial. Calidad de vida que se traduce en calidad de agua, de aire, alimenticia, en salud porque todos esos aspectos involucra el Ordenamiento Territorial».

¿Qué lugar ocupan las personas que habitan localidades serranas -las áreas más críticas hoy en día- en cuanto a participación en esta planificación del uso del territorio?

C.B: «En cada lugar, la participación es primaria. Si no hay involucramiento me parece que no tiene sentido ningún proyecto porque después no hay apropiación, empoderamiento de este Ordenamiento por parte de la gente.

Lógicamente, hay otra cuestión: es muy probable que el poblador participe pero quien desarrolla o lleva adelante los mayores impactos, no participa. Lo vimos reflejado en la Comisión de Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo (COTBN). Yo fui testigo el día que crearon la Comisión y cuando las autoridades de las Sociedades Rurales de Jesús María, de Deán Funes, de Cruz del Eje y de Villa Dolores llegaron hasta la puerta de la Secretaría de Ambiente y se fueron… se fueron a presionar, a hacer lobby a la Casa de Gobierno.

Horas después, sabíamos que los había recibido el Gobernador.

En el proyecto elaborado por la COTBN participaron muchas instituciones, ONGs, productores, movimientos campesinos, Federación Agraria y organismos técnicos nacionales, entre otros. Legisladores afines a los sectores poderosos esperaron hasta tener en sus manos proyectos paralelos elaborados por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) que aglutinan a las Sociedades Rurales del interior del país. Ese es un ejemplo de no participación de los sectores que más desmonte han producido.

Otro ejemplo sería la no participación de Bugliotti o algún representante de su grupo en las reuniones que se realizan por el tema del agua en Salsipuedes.  No es para menos, uno de los proyectos era sacar agua del río Agua de Oro -el Chavascate- y llevarlo a Salsipuedes, para proveer de agua al proyecto de Bugliotti.

En esto, vemos aspectos importantes: el poder económico que tienen las Sociedades Rurales o empresarios como Bugliotti. La única forma de enfrentar a ese poder es con una propuesta concreta, generando poder político a través de estos mecanismos de participación, comisiones que hablen y propicien el Ordenamiento Territorial.

Al poder económico hay que enfrentarle un poder político en el que participe la gente».

– En cualquier intento de Ordenamiento ¿La situación ideal sería que estuvieran todos lAs patas de la mesa, incluidos estos poderosos intereses económicos?

C.B: «Es que no van a participar porque una de las características que tiene el poder económico, es la omnipotencia, es decir, cree que puede todo y de hecho, hay sectores del Estado vinculados al gobierno que creen y adhieren a esa omnipotencia».

– Aunque una comunidad se organice y cuente con técnicos de la Universidad o técnicos de organismos del Estado ¿Cómo llega a buen puerto un proyecto de Ordenamiento Territorial Participativo cuando tiene un filtro tan grande como el poder de las decisiones políticas?

C.B: «Todos tenemos un grado de poder político.

El gobierno puede tener el poder de decisión sobre políticas, pero si no tiene respaldo de la gente y si las personas se dan cuenta del poder político que pueden generar, al poder político lo va a tener la gente.

Claro que, para eso, hay que contar con formación y claridad conceptual. Un ejemplo es lo hecho por las organizaciones que confluyen en el Movimiento Campesino de Córdoba. Ellos lograron la visualización de un sector que antes no existía… en los censos no figuraban.

Yo fui supervisor de dos censos, el primero en el año 2002 y el último en el 2008 y a los censistas que hoy son funcionarios -en aquellos tiempos estaban a mí a cargo- los hacía volver a los lugares censados porque no figuraban los sectores campesinos.

«¿Y esta gente no come, no tiene gallinas, no vive en campos? ¿De qué viven?» Andá y volvé a preguntarle, les decía.

Esto se relaciona, luego, con la construcción de decisiones y la información que tiene el gobierno para tomar esas medidas.

En algún momento en 2001, hubo muchas asambleas que fueron una forma de expresión y, lógicamente, el sistema siempre crea anticuerpos para poder destruir. Por estas cuestiones tenemos que trabajar más el poder que tenemos como ciudadanos. Creo que debemos ver todas las brechas del sistema porque por ahí pasa la cosa».

– Volviendo al tema del censo ¿Cuál era la falla, por qué no veían esta información que usted pedía?

C.B: «Porque el instrumento no estaba bien hecho y tampoco había intención de actualizarlo.

Creo que ciertos sectores no están informados o no tienen conexiones con la realidad del terreno. Si deciden buscar información la encuentran, existe mucha gente con muy buenas informaciones pero quienes tienen que tomar decisiones lo ignoran.

En este caso, a través de los reclamos y de los conflictos se hizo visible, sobre todo, cuando los ejes de lucha de los movimientos fueron claros, acertados y aceptados por la comunidad.

En otros casos, la comunidad los rechazó y no hubo avances significativos, como el caso de Pampa de Achala. Creo que las propuestas de Ordenamiento dan la posibilidad de crear y de hacer visible las cuestiones.

En la localidad de Salsipuedes, un Concejal me decía que ellos trabajaban en una Ordenanza para limitar la cantidad de bocas de modo que los terrenos no se subdividieran más. Sin embargo, no le ponen freno al empresario Euclides Bugliotti, que construye una cantidad de departamentos que aumentará en un 10% la cantidad de la población de Salsipuedes».

– ¿Qué fue lo más absurdo que ha visto con respecto al Ordenamiento Territorial?

C.B: «En este caso, los ejemplos abundan. El trasvasamiento de cuenca del canal Los Molinos-Córdoba para seguir el desarrollo urbanístico hacia el sur, la decisión -tiempo atrás- de poner una mina de uranio en el Cerro Los Gigantes, que es un tema todavía candente para las fuentes de abastecimiento del dique San Roque donde, además, se privatizaron las ganancias y se estatizaron las pérdidas por las remediaciones ambientales.

Últimamente, esto de ponerle la cota al dique San Roque para que no tenga más capacidad y de esa manera favorecer algunos emprendimientos privados que están en la orilla del lago es paradigmático.

No ordenar los desmontes, aunque exista una ley que no se cumple y en la ciudad de Córdoba no resolver lo de Dioxitek. Hay muchas cosas que son una bomba de tiempo».

-¿Hay una Política de Estado?

C.B: «No, en absoluto… como técnicos hemos elaborado planes estratégicos, los proponemos pero quedan como papel muerto, archivados».

MIRANDO AL RESTO

– ¿Estas carencias de planificación tienen que ver con la falta de formación técnica de las autoridades de cada área: se relacionan con cuestiones políticas, presiones económicas o es una combinación de elementos?

C.B: «Habría que hacer una ponderación y voy a dar un ejemplo. No es cuestión de formación o no formación; hay instituciones nacionales que actúan como brazo tecnológico del modelo de dependencia que hoy tenemos, en donde la mayor parte de sus cuadros técnicos y directivos tuvieron, durante el menemato, posibilidades de viajar al exterior, formarse en maestrías y en doctorados. ¿Y para qué sirvió? para utilizarlos como banco de ensayos para empresas privadas.

En la Administración Pública, no hay posibilidades de capacitación, sólo cursitos de Word, planillas Excel, esas chucherías, digamos.

Para los empleados es elemental -es como aprender a leer y a escribir- la capacitación en generación de políticas de Estado, no hay cursos de formación política que digan cuáles son los modelos imperantes en el mundo de hoy, poderes económicos a nivel latinoamericano, regional, a nivel país y provincial, a qué modelo adherimos… No sabemos dónde estamos parados, estamos ahí, yendo no más.

En la Universidad hay algunos sectores que hay que aprovecharlos y potenciarlos. Procurar articularlos con la mayor cantidad de instituciones que se pueda,  con colegios profesionales que puedan llegar a tener más o menos ganas de crear modelos distintos para poder torcer alguna de estas decisiones».

-La planificación territorial de dónde debería surgir ¿De la participación colectiva de los habitantes de un lugar, desde ámbitos técnico-científicos o desde el Estado?

C.B: «Creo que la necesidad de Ordenamiento está surgiendo desde la gente. Hoy vemos que van a proveer de agua a localidades serranas cada 7 o 10 días. Sin embargo, tengo muchos amigos que se van a vivir a esa zona. La comunidad tiene que estar involucrada pero el Estado tiene que asegurar los canales de participación.

Vuelvo a poner el ejemplo de la Ley de Presupuestos Mínimos para la preservación del Bosque Nativo. Una ley dio un espacio de participación que después fue desconocido por los mismos convocantes: la Secretaría de Ambiente desconoció la Comisión de Ordenamiento Territorial para el Bosque Nativo (COTBN)».

-En este caso, esta planificación tiene que ser local, regional, provincial…

C.B: «Yo tengo un enfoque sistémico. No se puede considerar la provincia aisladamente, se tiene que valorar cada población modular porque tal módulo se articula con otro que, a su vez, se va articulando con otro: todos tenemos que estar pensando en lo general, actuando en lo local y mirando al resto».

-Es decir, hoy no serviría de nada un plan de Ordenamiento para la ciudad de Carlos Paz sin tener en cuenta el resto de Punilla…

–  «Claro, cómo ordenarían Carlos Paz sin pensar en Icho Cruz, en Mayú Sumaj, en el Parque Nacional Quebrada del Condorito o en la Reserva Hídrica de Pampa de Achala. ¿Cómo planificar Carlos Paz sin pensar que el agua de allí va al Dique San Roque, la depuran y llega a la ciudad de Córdoba y de allí, hacia las otras poblaciones río abajo?

El enfoque sistémico nos da la posibilidad de un abordaje, siempre teniendo en cuenta al otro».

-Lo que implica un gran desgaste para generar acuerdos… decía que para ordenar Carlos Paz hay que acordar con la gente y con las autoridades de Icho Cruz y, a la vez, también con la gente del Parque Condorito y sigue la lista…

C.B: «No quiere decir que sea fácil pero en algún momento lo tenemos que empezar…»

-¿Y si no empezamos…?

– «Nos vamos al colapso total, va a ser la ley del más fuerte, del sálvese quien pueda, que es la que se está aplicando en este momento, lamentablemente… por eso tenemos que planificar».

-¿Este desorden de urbanización, de desmontes y demás, es un proceso que puede estar terminando, ves posibilidades que se comiencen a poner límites?

C.B: «Todavía no, creo que hay que poner más en evidencia el desorden, porque se está visualizando sólo en algunos casos.

Mucha gente no se hace cargo de este desorden, el hídrico por ejemplo. Si vamos esta misma tarde a barrio Maipú o al Cerro de las Rosas veremos gente regando, lavando las veredas a la nochecita… y ¿quién se hace cargo?

El ordenamiento involucra todo, desde la psicología social, a la sociología…no es una cuestión ambiental solamente».-

 

 

 


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